Redacción La Vanguardia

02/02/2018

Cada vez hay más gente que sobrevive a un cáncer, aunque la probabilidad de superarlo depende más del código postal que del genético. Según el mayor estudio realizado hasta la fecha, la tasa de supervivencia de esta enfermedad ha aumentado en todo el planeta, incluso para algunos de los tumores de peor pronóstico, como el de pulmón o hígado. No obstante, las cifras siguen evidenciando que existe una gran desigualdad entre países ricos y pobres, y esa desigualdad es especialmente notable en tumores infantiles.

Las cifras siguen evidenciando que existe una gran desigualdad entre países ricos y pobres, y esa desigualdad es especialmente notable en tumores infantiles.

Se han centrado en ver la supervivencia a cinco años, un tiempo que en la mayoría de casos se considera como curación. Alguna de los resultados que han obtenido no resultan sorprendentes, como que los países que siguen ostentando las mejores estadísticas respecto a tasa de supervivencia para la mayoría de cánceres son Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Finlandia, Noruega, Islandia y Suecia, que son algunos de los países más ricos del mundo.

Por ejemplo, para cáncer de mama, tanto en Estados Unidos como en Australia, entre el año 2000 y el 2014 la supervivencia a cinco años era del 90%. En cambio, en la India, del 66%. Para los autores de este trabajo, esas diferencias probablemente estén relacionadas con políticas de prevención, acceso al tratamiento y calidad del mismo.

Pero donde las diferencias entre países ricos y pobres es más evidente es en el caso de los tumores infantiles. La leucemia linfoblástica aguda es el tipo más común de cáncer infantil y, afortunadamente, la tasa de supervivencia en todo el planeta ha aumentado en la mayoría de países desde 1990. No obstante, mientras que en Canadá, Estados Unidos, Finlandia o Reino Unido roza el 90%, en países como China, México y Ecuador apenas llega al 60%. En cuanto a cáncer de cerebro, los niños daneses y suecos tienen el doble de posibilidades de sobrevivir a un tumor (80%) que los niños en México y Brasil, donde la tasa de supervivencia no alcanza ni el 40%.

 Un paciente infantil en la  Fundació Josep Carreras contra la Leucemia
Un paciente infantil en la Fundació Josep Carreras contra la Leucemia (Fundació Josep Carreras)

Las diferencias no solo se dan entre países ricos y pobres, sino también dentro del mismo país. El estudio constata que la gente con más recursos económicos es también la que tiene acceso a tratamiento mejores y más caros. En este sentido, el oncólogo Richard Sullivan, del King’s College de Londres, publica un artículo también en The Lancet en que afirma: “Hay que acabar con la oncoplutocracia, en la que los progresos en la lucha contra el cáncer solo benefician a los países y pacientes ricos”.

 

Los niños daneses y suecos tienen el doble de posibilidades de sobrevivir a un tumor (80%) que los niños en México y Brasil, donde la tasa de supervivencia no alcanza ni el 40%.

En los cánceres de peor pronóstico, como hígado y pulmón, también se ha registrado un aumento de la tasa de supervivencia. Por ejemplo en hígado, en Corea del Sur se ha pasado del 11 al 27%, en Suecia del 5 al 17%, y en España del 14 al 17%. En pulmón el estudio evidencia grandes diferencias entre países; en Japón, por ejemplo, la tasa de supervivencia alcanza el 32,9%, mientras que en Brasil o la India es de menos del 10%.

Los casos de cáncer de pulmón aumentan en las mujeres

 
Los casos de cáncer de pulmón aumentan en las mujeres (BSIP / Getty)

Páncreas, no obstante, sigue teniendo mal pronóstico en todos lados. La tasa de supervivencia apenas supera el 15% en la mayoría de países. En España, por ejemplo, se sitúa en el 7,7%.

Los autores del estudio señalan que los costes indirectos del cáncer, asociados a muertes prematuras y pérdidas de productividad son de 1160 billones de dólares anuales, esto es un 2% del PIB mundial.

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Páncreas, no obstante, sigue teniendo mal pronóstico en todos lados. La tasa de supervivencia apenas supera el 15% en la mayoría de países. En España, por ejemplo, se sitúa en el 7,7%.