Las pacientes con cáncer de mama pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio en grupo.
Desde el punto de vista preventivo, el ejercicio y una dieta equilibrada y mediterránea disminuyen el riesgo de padecer cáncer de mama.
Para las pacientes ya diagnosticadas hay varios estudios retrospectivos que sugieren que el ejercicio disminuye el riesgo de recaída. Lucía González Cortijo, oncóloga del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, se refiere a un ejercicio más intenso que caminar. “Hasta ahora se recomendaba caminar de tres a cuatro días a la semana, pero parece que el ejercicio más intenso aporta más beneficio. Ahora recomendamos una combinación de ejercicio aeróbico, como correr o hacer bicicleta, con ejercicios de tonificación muscular, como Pilates, yoga o ejercicios con pesas con supervisión”.
El ejercicio físico beneficia, según esta especialista, tanto a las pacientes que están en tratamiento con quimioterapia como a las que están con terapia hormonal. “Las primeras sufren una astenia a veces devastadora por el tratamiento quimioterápico, y el ejercicio les ayuda a superar ese cansancio, se sienten más activas. Las pacientes que ya han terminado el tratamiento o que reciben exclusivamente terapia hormonal también se sienten mucho mejor, fundamentalmente de los problemas musculares y articulares derivados de ella”.
Asimismo, la mayoría de pacientes es mucho más consciente de la importancia del ejercicio y la dieta después de haber sufrido la enfermedad.
“La práctica de ejercicio físico tiene beneficios siempre, sea cual sea la patología a tratar y cuando no haya una contraindicación médica expresa. Estos beneficios se obtienen a nivel físico y también psicológico, siempre y cuando se practique de forma regular. Es más, la evidencia científica habla de las ventajas en la prevención, en pacientes en tratamiento y para supervivientes. De hecho, la recomendación es evitar el sedentarismo”, describe Alícia Rovira Algara, enfermera especialista en ejercicio físico del Hospital Clínic de Barcelona.
Además, prosigue esta enfermera, la práctica de ejercicio físico muestra mejoras sustanciales en los efectos secundarios más relevantes en este grupo de pacientes: la fatiga relativa al cáncer, el empeoramiento del estado físico y emocional. “El linfedema secundario al cáncer de mama es una de las complicaciones más comunes derivadas del tratamiento y aunque no existe ninguna terapia eficaz para erradicarlo, las medidas destinadas a su prevención y cuidado, entre las cuales se encuentra el ejercicio, son esenciales”.
¿Qué ejercicios son más adecuados si se ha sufrido cáncer de mama?
Para conocer cuáles son los ejercicios más adecuados para cada caso, Rovira recomienda a las pacientes y supervivientes que consulten con su médico la posibilidad de comenzar un programa de ejercicio físico y que éste sea supervisado por profesionales del ejercicio especializados.
“Depende de varios factores la recomendación de un tipo de ejercicio u otro. Por ejemplo, en función de la fase de la enfermedad en que se encuentra, si existe linfedema o no, de los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos, de la condición física de cada paciente y, por supuesto, de las preferencias de cada uno”, dice la enfermera.
La recomendación es la de realizar actividades que involucren grandes grupos musculares, como el ejercicio aeróbico (caminar, nadar, pedalear…). Entre este grupo de actividades tiene especial interés la marcha nórdica. También los ejercicios de fuerza (para fortalecer los músculos) y de flexibilidad (para mejorar el rango de movimiento).
González Cortijo es más concreta, afirmando que “lo ideal sería combinar ejercicio aeróbico, más intenso que caminar, simplemente con ejercicios de fuerza y flexibilidad, como pueden ser Pilates o yoga”. ¿Y con qué frecuencia? “Tres o cuatro días por semana el ejercicio aeróbico y dos días Pilates o yoga”.
¿Qué beneficios tiene el atletismo para la salud de estas pacientes?
El atletismo “es un ejercicio aeróbico que ayuda a las pacientes a estar en forma, controlar el peso (que muchas veces es un problema para estas mujeres, cuando les adelantamos la menopausia con el tratamiento) y les proporciona fuerza, energía y positividad”, detalla la especialista de Oncología. En caso de que la paciente tenga linfedema y quiera practicar running, debería correr con un manguito.
Conscientes de ello, la Fundación Clínica Menorca lleva varios años organizando entrenamientos para las pacientes de González Cortijo, liderando el equipo el atleta Ramiro Matamoros.
“Entrenamos dos días por semana, alrededor de hora y media. Primero hacemos calentamiento, caminando o trotando, y luego, unas series que define Matamoros. Pueden ser cambios de ritmo o series. A veces se preparan entrenamientos personalizados si algunas mujeres están preparando algún reto en particular. Ahora están preparando la Behobia (carrera de 20 kilómetros de distancia que se celebrará en San Sebastián, País Vasco, el próximo 11 de noviembre)”, detalla la oncóloga.
¿Cuánto tiempo hay que esperar después de los tratamientos?
“No hay que esperar. Las pacientes con quimioterapia pueden hacer ejercicio. De hecho, la toleran mejor. Pero siempre debe ser un ejercicio controlado y supervisado”, responde González Cortijo.
¿Y si la paciente se somete a una reconstrucción de la mama? En ese caso, siempre debe ser a criterio del cirujano. Según la oncóloga, “normalmente se puede caminar a las tres o cuatro semanas de la cirugía. Para correr hay que esperar un mes y medio o dos. También depende de si la reconstrucción se ha hecho con prótesis o con tejido autólogo. Lo importante es hacer lo que diga el cirujano plástico”.
¿Tienen más riesgo de lesionarse al practicar deporte?
Las pacientes que han sufrido cáncer de mama “no necesariamente tienen más riesgo que otro grupo de población de sufrir lesiones al practicar deporte, siempre y cuando lo hagan por prescripción médica y con la supervisión de un profesional especializado”, indica Rovira.
El ejercicio en grupo mejora el estado de ánimo
“Realizar ejercicio físico en grupo tiene beneficios tanto a nivel físico como psicológico”, cuenta la enfermera del Clínic. En el año 2015 se publicó en el British Journal of Sports Medicine una revisión sistemática y un metaanálisis acerca de los beneficios que se obtienen de salir a caminar de forma regular en grupo. Se analizaron 42 estudios con un total de 1.843 participantes y los resultados mostraron que se reducen significativamente los niveles de presión arterial, frecuencia cardiaca, grasa corporal, índice de masa corporal y colesterol total. Por el contario, aumenta significativamente la capacidad máxima de oxígeno, la calidad de vida y la capacidad funcional. Sin efectos secundarios, adversos o lesiones a destacar.
En el caso de las pacientes de cáncer de mama, “por supuesto que la práctica grupal de ejercicio mejora el estado de ánimo, porque comparten experiencias, especialmente en aquéllas recién diagnosticadas que ven a mujeres que han pasado por lo mismo y las ven bien, activas y haciendo vida normal”, comenta la oncóloga de Quirónsalud Madrid.
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